martes, 24 de abril de 2012

trenes rigurosamente vigilados

Tienen buena comunicación,  van al gimnasio, hablan de la última de David Lynch. Los sábados desayunan leyendo el diario. Dicen mi pareja, cumplen 32, descubren restaurants.  No quieren rollos, nunca gritos, presentan proyectos,  trabajan en equipo. Escuchan ofertas, mantienen el misterio, se reservan la última palabra. Andan en bici, bailan flamenco, se fuman un canuto. Los jueves ellas salen con las chicas. Los domingos, ellos fútbol. Cada uno respeta el espacio del otro.  Piensan que el amor se debe construir día a día. Vacaciones en el sur, fin de semana en Colonia. Quedan “embarazados”. Sus hijos se llaman Gerónimo o Dulcinea. Se mudan a un PH. Salen con parejas amigas.  Odian el sexo burocrático, alimentan la pasión.  Comentan proverbios zen con el chino del mercadito. Usan boinas, se rapan la cabeza. Viajan en trenes rigurosamente vigilados. Suben las escaleras de dos en dos.  No quieren que nada los sorprenda. No descartan la posibilidad. Tienen amor propio. Discuten civilizadamente, intercambian opiniones. Se duermen tardísimo, siempre tienen a mano una botella de vino tinto.  Se jactan de la amistad con un escultor catalán al que conocieron en Marsella. Les gusta sacar fotos. Algunas veces permanecen callados por un rato.
Ya no saben qué inventar.


(publicado en la revista Campo Grupal. Abril 2005)